PASTOR LUIS M. MORETA
Todos los ciudadanos de las diferentes naciones estamos con el grito al cielo respecto al crecimiento de la delincuencia.
Los gobernantes, alarmados, hacen todo tipo de esfuerzos a los fines de contrarrestar el fenómeno pero; para sorpresa, este animal de cuatro cabezas crece invulnerable a todo tipo de ataques.
Lo extremado de todo esto es que hasta las instituciones que están llamadas a frenar el mal son atacadas de dentro, lo que tiende a debilitar las fortalezas que se usan como herramientas de combate.
¿No nos sorprende cuando se nos suministra la noticia de que miembros de la institución del orden publico, entiéndase La policía (que por cierto es el organismo mas proclive a ser tentado, por ser quien da la cara de tú a tú con los delincuentes), ha sido contaminada con la delincuencia?
Mas, ¿no nos sorprende, y nos deja boquiabierta cuando quienes se suman a la asociación de maleantes son los miembros de algunas otras instituciones del cuerpo castrense, tales como la Marina de Guerra, o del Ejercito Nacional? Estos últimos, pues son mas difíciles de caer en la trampa puesto que no tienen contacto directo con los desaprensivos. Al parecer ellos se lo buscan para no quedarse sin manchas. Tal vez su consciencia les exige un record de conducta medio dálmata…, ya no nívea.
Ahora bien; ¿Qué dicen los moralistas de este fenómeno de conducta social? ¿A que le atribuyen la baja? ¿Quién tiene la culpa? Es a estas interrogantes a las que quiero referirme con mucho respeto, pero con más valentía que ganas de agradar a los poderes de esta tierra que me ve sufrir.
La Biblia tiene una clausula bien clara y directa, que es la siguiente: Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. (Éxodo 20:1-6).
Efectivamente este es el punto. ¿Cumplen los pueblos con esta determinación divina? ¿No estamos plagados de este tipo de prácticas? Para más dolor de cabeza, ¿no se confabulan nuestros gobernantes con quienes nos enseñan a corrompernos con este pecado? ¿Han pensado nuestros lectores que nuestros gobernantes (de casi todas las naciones) están por debajo de religiones idolatras, enemigas de la verdad bíblica?
¿No les entregan nuestros presidentes, a los lideres religiosos de esas entidades idolátricas, la mitad del reino solo por el temor de ser excomulgados del populacho? A veces los gobernantes, no estando seguros del bien que Dios les ha puesto en las manos, se entregan a las fuentes malévolas tan solo por temor de quedarse en la impopularidad, ignorando que la justicia no es asunto de popularidad, es asunto de sensatez, cordura, consciencia, compromiso y alta responsabilidad.
La Biblia se refiere a que un ciego no puede guiar a otro ciego por que se caen en el hoyo. De modo que ¿Cómo puede un religioso ciego por no tener la luz de la verdad, guiar a nuestros gobernantes a caminar bien delante de Dios?
Y aun teniendo nuestros gobiernos a hombres doctos, educados y cultos, que conocen la historia, que sus propios consejeros espirituales vienen, desde los tiempos mas lejanos, arrastrando hacia ellos cruentos momentos de grandes errores en que millones de vidas se han perdido al filo de sus propias espadas, por su intolerancia religiosa; o bajo la bendición de su aprobación a quienes atentan en contra de lo mas sublime de la creación de Dios.
Estos momentos que vivimos son tiempos de grandes desafíos para la humanidad. Se habla de hambres, de de guerras, de calentamiento global, de pestilencia; y de lo que estamos tratando en esta nota: De la delincuencia. Los hombres que están llamados a contrarrestar la delincuencia con toda la fuerza de la ley, están también contaminados; no solo la policía, ni los de los cuerpos castrenses, lo están también los miembros del poder judicial. ¿Qué es lo que ha sucedido? Por ello es que digo que están de espalda a Dios. Todas estas instituciones tienen un ídolo que honran, le dedican fiestas y reconocimientos. Vea que el ídolo de la policía Nacional de República Dominicana es una imagen que llaman San Judas Tadeo; el ejercito Nacional tiene a San Miguel Arcángel, y así por el estilo. Sus consejeros espirituales les han enseñado a transgredir contra el creador. ¿Como van a prosperar y a ser limpios si tiene allí al enemigo de la justicia por Dios en lugar del Creador y padre de nuestras almas? ¿Cómo no van a ser pervertidos los hombres que están llamados a detener la delincuencia? ¿Con que fuerza y con que autoridad podrán satisfacer las demandas de una sociedad que quiere vivir en paz?
Recuerde la cita bíblica del libro de Éxodo que les brindé al principio. Me pregunto: ¿No caminan de espaldas a Dios los gobernantes de las naciones? ¿No caminan de espaldas a Dios los miembros de la policía? ¿No caminan de espaldas a Dios los miembros de las demás instituciones castrenses? Así también caminan los de la justicia.
Hoy Dios nos ha dado la espalda, y noten lo que duele. Ningún sabio tiene el control. ¿Donde están los consejeros religiosos de los gobiernos? Están pasmados. No tienen respuesta porque tampoco tienen a Dios.
Dice la Biblia: Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño. (Salmo 127:1-2). De la única forma que podemos edificar la sociedad es ajustándonos a la obediencia divina. De la única forma que podemos velar por la ciudad es sometiéndonos al que nos hace saber que: el ángel de Jehová acampa alrededor de los que les temen; y les defiende, (salmo 34: 7) Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar. (salmo 23:1).
Esto es lo que un consejero humilde y recto le aconsejaría a un gobernante que se quiera casar con la gloria. Al parecer en México, en Puerto Rico, en Cuba, en Estados Unidos de Norteamérica, en Colombia, En panamá, en Perú, en República Dominicana, Bolivia, y en las otras naciones de este continente, nadie de los que gobiernan se quiere casar con la gloria.
Es tiempo de que nuestros presidentes se vistan de humildad y dejen la ostentación, el orgullo y la autosuficiencia. Ya saben que no pueden con la carga de sus mandatos. Dios tiene la respuesta.
Nuestros gobernantes deben elegir hombres que tengan la verdad bíblica en la mano, y que tengan testimonio de honestidad y a autoridad divina para que les digan como han de conducirse para que vean a Dios defendernos de malhechores en las calles. Nuestros gobernantes de las naciones deben apegarse más a las Escrituras para que puedan agradar a Dios si quieren terminar bien de sus funciones.
Nuestros gobernantes deben estarse ya convencidos de que una constitución con un llamado concordato obsoleto, malicioso y político, es la gangrena que debemos extirpar de nuestra carta magna.
Si es verdad que nuestros políticos aman el continuismo (para terminar su obra de gobierno), deben aferrarse a Dios, que bien los dejaría con el favor del pueblo por todo el tiempo que la patria los habría de necesitar.
Mas, ¿Dónde esta la verdadera iglesia a la que Dios ha llamado a la reconciliación? ¿No estamos dando nuestra aprobación con nuestro silencio? ¿A que puede temer la iglesia del Dios que vive? ¿Al destierro? ¿A ser condenada a no recibir dadivas de nuestros políticos en tiempos de elecciones, que es cuando valemos para los déspotas? ¿Tememos a no ser incluidos de alguna manera en un nuevo concordato?
No hemos sido llamados a casarnos con los gobernantes del sistema. Nuestro reino no es del cosmos.
La Oracion del Inmigrante, 'LA O DEL I', es lo que pide Dios a los inmigrantes en Estados Unidos de America, con el proposito de que los inmigrantes protestantes donen su cuota de oraciones en apoyo a esta nacion que les ha abierto las puertas. Pues el crecimiento del evangelio en Estados Unidos de Amrica, esta siendo acreditado por los inmigrantes que vienen siendo cristianos, o que encuentran a Cristo una vez ingresados en USA.
viernes, 17 de octubre de 2008
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TRATADOS
ENCUENTRO OPORTUNO
Por Luis M. Moreta
Don mercante y doña clientina
El caer la tardecita sobre el agitado pueblo, se desmontó de un vehículo una doña compradora; entró a un establecimiento, y saludó sin demora.
-Buenas tardes, don Mercante.
-Muy buenas tardes, doña Clientina,. Que le trae por este sitio?- preguntó don Mercante.
-ya usted puede ver, como siempre- contestó la doña. –buscando algo que comprar. ¿tiene usted buenos productos?
-Bien sabe usted que de eso yo me ocupo, la doña, pida lo que quiera y verá.
Doña Clientina, un poco dudosa, da una ojeada por los tramos, y dice: ¿Sabe usted amigo mío? Siempre espero me vaya bien en mis compras, pero a veces solo me venden engaño.
-Eso no es extraño, amiga mía. El engaño es un ingrediente que sazona los servicios cotidianos de las gentes cuando no tienen esperanza; ponen su corazón en la materia, y buscan lo mejor para ellos, aunque creen que lo mejor son las deshonestas ganancias de sus malas o buenas mercancías.
-Sí, pero- intervienen doña Clientina- ¿y la lay y la justicia?
-Señora, la justicia mejor es la de Dios, y la ley son las Sagradas Escrituras, y hay que conocerlas porque nos guían a toda verdad. Yo, como comerciante, me guio por ellas, y espero de Dios la bendición.
-Bien, don Mercante, creo que es lo correcto… ¿Cómo están los precios, con altura?- Don Mercante sonríe, y responde: -Es mi deber hacerlo todo con altura, pero no los precios; de ellos podríamos decir que están por las Escrituras, lo más justo posible para satisfacción de mi jefe.- ¿Cuál es su jefe, señor? ¿No que es suyo este negocio?
-Bien que sí, pero desde que entregué mi vida a Jesucristo, El gobierna mis asuntos. ¿No ve usted que la medida está completa?
-Eso estoy notando, don Mercante, es muy diferente.
-Tiene que ser diferente. En Proverbios 20:10 dice: Pesa Falsa y medida falsa, ambas son abominación a Dios.
-Sí, así, mismo es, don Mercante. Varios comerciantes compran a $100, dicen: me costó $250, vendo barato en $275, ¿Qué le parece amigo?
Si señora, así hacen los mentirosos acorralados por la avaricia. Los temerosos de Dios estamos apercibidos por Proverbios 28:22, que dice: Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza. Y más aún, en efesios 5
.5, que dice: Porque sabéis esto. Que ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idolatría, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. De esta clase de gente es que se refiere Prov.20:14, cuando dice: El que compra dice: malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba. Cuando el hombre pone su corazón en ls riquezas termina en la miseria espiritual, moral, y muchas veces hasta sin dinero mi corazón no está en este negocio, por eso trato con justicia. Mi fe está en Dios que meda paz, salud y salvación.
-Bien,- respondió doña Clientina –ahora sí comprendo por qué Jesucristo es su jefe, y de seguro que desde este mismo momento lo hago mío también…, hasta luego don Mercante.
Hasta luego, doña Clientina.
¿Quiere usted también hacerlo su jefe?
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