domingo, 20 de junio de 2010

JARABACOA, R.D.





Aquí todo era de flor. Habia visitado Jarabacoa decenas de veces; pero, este es el momento que puede marcar mis recuerdos acerca de esta ciudad tan acogedora. Nunca habia sentido el afecto que esa ciudad anfitriona me ha inyectado este domingo 20-06-10. Todo era con flores: personas de todas las edades, y géneros parecian compuestas de flores, sus sonrisas parecian los relucientes pétalos que dan formas a las diferentes flores que se exponian en aquella feria. La alegría que se reflejaba en los habitantes de Jarabacoa, tenia un fulgor como el mismo colorido que se reflejan de las alas de las mariposas que visitan los jardines y los cultivos de las plantas que poblaban el parque principal de aquella ciudad montañera.

FLORES EN JARABACOA







JARABACOA ES UNA POESIA. Es una poesia escrita por el creador. Es una poesia en cuyas montañas se encuentran los versos cantados por las avecillas que emiten sus sonidos al amanecer.



Es una poesia cantada por los jornaleros que doblan sus espaldas al labrar las tierras que se deja enamorar por las herramientas que hienden en su capa vegetal. Es una poesia que se escribe con el silencio de los que sueñan, y que se escucha con el rugido de los motores feroces de las maquinas que retiran, de los surcos, el producto que ennoblece las manos que trabajan. Es una poesia que se localiza con el arrastre de las tizas sobre las pizarras en los calidos dias de clases en las escuelas, que es el laboratorio del conocimienteo y la sabiduria.

TRATADOS

ENCUENTRO OPORTUNO Por Luis M. Moreta Don mercante y doña clientina El caer la tardecita sobre el agitado pueblo, se desmontó de un vehículo una doña compradora; entró a un establecimiento, y saludó sin demora. -Buenas tardes, don Mercante. -Muy buenas tardes, doña Clientina,. Que le trae por este sitio?- preguntó don Mercante. -ya usted puede ver, como siempre- contestó la doña. –buscando algo que comprar. ¿tiene usted buenos productos? -Bien sabe usted que de eso yo me ocupo, la doña, pida lo que quiera y verá. Doña Clientina, un poco dudosa, da una ojeada por los tramos, y dice: ¿Sabe usted amigo mío? Siempre espero me vaya bien en mis compras, pero a veces solo me venden engaño. -Eso no es extraño, amiga mía. El engaño es un ingrediente que sazona los servicios cotidianos de las gentes cuando no tienen esperanza; ponen su corazón en la materia, y buscan lo mejor para ellos, aunque creen que lo mejor son las deshonestas ganancias de sus malas o buenas mercancías. -Sí, pero- intervienen doña Clientina- ¿y la lay y la justicia? -Señora, la justicia mejor es la de Dios, y la ley son las Sagradas Escrituras, y hay que conocerlas porque nos guían a toda verdad. Yo, como comerciante, me guio por ellas, y espero de Dios la bendición. -Bien, don Mercante, creo que es lo correcto… ¿Cómo están los precios, con altura?- Don Mercante sonríe, y responde: -Es mi deber hacerlo todo con altura, pero no los precios; de ellos podríamos decir que están por las Escrituras, lo más justo posible para satisfacción de mi jefe.- ¿Cuál es su jefe, señor? ¿No que es suyo este negocio? -Bien que sí, pero desde que entregué mi vida a Jesucristo, El gobierna mis asuntos. ¿No ve usted que la medida está completa? -Eso estoy notando, don Mercante, es muy diferente. -Tiene que ser diferente. En Proverbios 20:10 dice: Pesa Falsa y medida falsa, ambas son abominación a Dios. -Sí, así, mismo es, don Mercante. Varios comerciantes compran a $100, dicen: me costó $250, vendo barato en $275, ¿Qué le parece amigo? Si señora, así hacen los mentirosos acorralados por la avaricia. Los temerosos de Dios estamos apercibidos por Proverbios 28:22, que dice: Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza. Y más aún, en efesios 5 .5, que dice: Porque sabéis esto. Que ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idolatría, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. De esta clase de gente es que se refiere Prov.20:14, cuando dice: El que compra dice: malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba. Cuando el hombre pone su corazón en ls riquezas termina en la miseria espiritual, moral, y muchas veces hasta sin dinero mi corazón no está en este negocio, por eso trato con justicia. Mi fe está en Dios que meda paz, salud y salvación. -Bien,- respondió doña Clientina –ahora sí comprendo por qué Jesucristo es su jefe, y de seguro que desde este mismo momento lo hago mío también…, hasta luego don Mercante. Hasta luego, doña Clientina. ¿Quiere usted también hacerlo su jefe? Visítenos a nuestra iglesia__________________________________________________ Llame a Tel.:_____________________________________________________________