domingo, 15 de abril de 2012

EL DERECHO DE LA MUJER

Luis & Ysabel Moreta


Sépase que los hogares en donde se invalida el derecho de la mujer, carecen de sentido y no pueden proyectarse en buena dirección.  Son hogares cuya trayectoria es monofásica.  Es como cuando  la fábrica tiene una conexión eléctrica de 220 voltios, y todas las máquinas están funcionando con un solo circuito de 110 voltios. Ese circuito se sobrecargará mientras que el otro circuito de 110 voltios, estará inutilizado.  ¡Que desperdicio de fuente, de energía, de recursos! ¡Que desperdicio de talento, de capacidad, de conocimiento, de sabiduría!

     Grandes dilemas se levantan en el  hogar en torno a ideas y propósitos que pudieran ser de beneficio mutuo, y que pudieran mejorar las condiciones de la casa, pero las diferencias pueden obstaculizar buenos y saludables proyectos.



     Estamos en una larga etapa de transición de la emancipación de la mujer que, ni los hombres ni las mujeres de las sociedades machistas, hemos podido asimilar.  Les explicaré por qué.

     La inhabitual posición de la mujer en el poder adquisitivo y el acceso a cargos públicos de eminencia, la pone en superlativo alterando así su sutil conducta de dama, lo que pone en amenazas el equilibrio del hogar.  Una mujer que entiende que ha escalado  peldaños que en el pasado estaban reservados solo para hombres, puede verse afectada emocionalmente.  Puede alterar su conducta, y por tanto, desafiar o desconocer la autoridad de su marido.

     Bueno sería  que la sociedad entienda ese fenómeno y se capacite para enfrentarlo puesto que, al entrar la mujer en el tren de la producción y de la administración en las empresas privadas y en las instituciones publicas, se han registrado inconmensurables beneficios.  Debieron haber entrado siglos antes a ejercer esas funciones.

     Más, el hombre, con el temor de perder hegemonía, y de ver mermada su autoridad, levanta una coraza de protección por ver en  la mujer la amenaza mortal de su ego.  Por eso siempre está celoso, reacio y desconfiado.

     En estas sociedades tercermundistas cuando las mujeres son las dueñas de la plata, se enaltecen al extremo de cargar con el señorío en el entorno; mientras que los hombres tienden a dejarles el sitio.  Si quien tiene el poder adquisitivo es el hombre, este es el Don Juan del lugar,  el pato macho, o el perro que más levanta una patita trasera.

     La mujer tiene que insertar en su memoria el archivo, borrado erradamente por muchas mujeres del universo,  que el hombre es la cabeza de la mujer, como Cristo es la cabeza de la iglesia: Mas quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo. (1Corintios 11:3).

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TRATADOS

ENCUENTRO OPORTUNO Por Luis M. Moreta Don mercante y doña clientina El caer la tardecita sobre el agitado pueblo, se desmontó de un vehículo una doña compradora; entró a un establecimiento, y saludó sin demora. -Buenas tardes, don Mercante. -Muy buenas tardes, doña Clientina,. Que le trae por este sitio?- preguntó don Mercante. -ya usted puede ver, como siempre- contestó la doña. –buscando algo que comprar. ¿tiene usted buenos productos? -Bien sabe usted que de eso yo me ocupo, la doña, pida lo que quiera y verá. Doña Clientina, un poco dudosa, da una ojeada por los tramos, y dice: ¿Sabe usted amigo mío? Siempre espero me vaya bien en mis compras, pero a veces solo me venden engaño. -Eso no es extraño, amiga mía. El engaño es un ingrediente que sazona los servicios cotidianos de las gentes cuando no tienen esperanza; ponen su corazón en la materia, y buscan lo mejor para ellos, aunque creen que lo mejor son las deshonestas ganancias de sus malas o buenas mercancías. -Sí, pero- intervienen doña Clientina- ¿y la lay y la justicia? -Señora, la justicia mejor es la de Dios, y la ley son las Sagradas Escrituras, y hay que conocerlas porque nos guían a toda verdad. Yo, como comerciante, me guio por ellas, y espero de Dios la bendición. -Bien, don Mercante, creo que es lo correcto… ¿Cómo están los precios, con altura?- Don Mercante sonríe, y responde: -Es mi deber hacerlo todo con altura, pero no los precios; de ellos podríamos decir que están por las Escrituras, lo más justo posible para satisfacción de mi jefe.- ¿Cuál es su jefe, señor? ¿No que es suyo este negocio? -Bien que sí, pero desde que entregué mi vida a Jesucristo, El gobierna mis asuntos. ¿No ve usted que la medida está completa? -Eso estoy notando, don Mercante, es muy diferente. -Tiene que ser diferente. En Proverbios 20:10 dice: Pesa Falsa y medida falsa, ambas son abominación a Dios. -Sí, así, mismo es, don Mercante. Varios comerciantes compran a $100, dicen: me costó $250, vendo barato en $275, ¿Qué le parece amigo? Si señora, así hacen los mentirosos acorralados por la avaricia. Los temerosos de Dios estamos apercibidos por Proverbios 28:22, que dice: Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza. Y más aún, en efesios 5 .5, que dice: Porque sabéis esto. Que ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idolatría, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. De esta clase de gente es que se refiere Prov.20:14, cuando dice: El que compra dice: malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba. Cuando el hombre pone su corazón en ls riquezas termina en la miseria espiritual, moral, y muchas veces hasta sin dinero mi corazón no está en este negocio, por eso trato con justicia. Mi fe está en Dios que meda paz, salud y salvación. -Bien,- respondió doña Clientina –ahora sí comprendo por qué Jesucristo es su jefe, y de seguro que desde este mismo momento lo hago mío también…, hasta luego don Mercante. Hasta luego, doña Clientina. ¿Quiere usted también hacerlo su jefe? Visítenos a nuestra iglesia__________________________________________________ Llame a Tel.:_____________________________________________________________